Wednesday, August 31, 2005

Eladia Blázquez

Cuando muere un artista, especialmente uno que ha hecho cosas de valor, me produce una terrible sensación de desamparo.
No es una muerte como cualquiera, es como un perro o un gato, estúpidamente atropellados por un conductor imbécil, como un pájaro que cayó de su nido sin siquiera abrir los ojos.
Se produce un hueco, es cierto que siempre se repiten frases como: "pero nos deja una obra prolífica", y otras "delicias lingüísticas", que a la mañana siguiente irán con el café y las medialunas al fondo del aparato digestivo.
Hoy murió Eladia Blázquez, en pocas palabras, diría que hubo poca gente en las últimas décadas que compusiera tan hermosos tangos, tan bella música, y unos versos tan cercanos a la gente de todos los días.
Mis favoritos eran (son y serán): "Mi ciudad y mi gente"; "El corazón al sur" y "Prohibido prohibir", esta última fue una canción, casi un himno, cuando en la Argentina se acabo la dictadura militar que castigo al país entre 1976 y 1983.
Hasta hace unas horas los dos diarios más importantes de la Argentina se limitaban a publicar un cable de una agencia noticiosa, y poco, muy poco más. Están más interesados en las cosas importantes, contando los muertos de las tragedias diarias y entrevistando vedettes convertidas en dirigentes políticas.
Lo siento por ellos Eladia, supongo que nunca te escucharon, hasta puede ocurrir que ni siquiera te conozcan.
¿Te importa? No lo creo, pero te aseguro que hoy Buenos Aires soñará con vos.

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