Thursday, March 23, 2006

24 de marzo de 1976 en Argentina: Reflexión

Encuentro francamente desafortunada la opción del Gobierno Argentino de haber promovido la conmemoración del golpe de Estado de 1976 con un feriado nacional.
Hoy por la mañana escuchaba a alguien que en la radio defendía dicha elección, argumentaba además, que el gobierno del presidente Néstor Kirchner tenía una "política de derechos humanos".
Haber efectuado algunos actos, en su mayoría simbólicos, como el hecho de convertir a la Escuela de Mecánica de la Armada (conocida como ESMA, y parte de uno de los más grandes horrores de la historia Argentina), en algún tipo de "Monumento" que simbolizaría el "Nunca más" del pueblo Argentino, bueno, ese y otros homenajes y recordatorios, que comparto en cuanto al mensaje que pretende transmitirse, no representan en absoluto una "política de derechos humanos".
Llegamos finalmente al feriado de mañana. Cuanta torpeza, y además esa falsa sorpresa al ver que la gente lo toma como una extensión del fin de semana, ¿qué esperaban que ocurriera?. Recurriendo a una comparación "futbolística", sería como si en el clásico River - Boca del domingo Boca ganará 6 - 0, y los seguidores de Boca esperasen que los contrarios los aplaudieran de pie, con lágrimas de alegría en los ojos.
Estoy absolutamente de acuerdo con algunos docentes que promovían una "Jornada de Reflexión", que los estudiantes, de todos los niveles, pudieran ir a clase y tratar de entender que ocurrió hace treinta años.
Y no lo dejaría allí, creo que en todos los ámbitos deberían crearse esas discusiones, pero sin feriados, sin pensar en la sierra o el mar.
Cosas horribles pasaron entre los años de 1976 y 1983, y convertirlo en una "Conmemoración", que en realidad es un feriado, eso es simplemente colaborar para vaciar de contenido esa fecha, de aquí a unos años, y no es por hacer predicciones de oráculo, será un día libre más.
Propondría, para empezar, y para aquellos que tienen acceso a internet, visitar el website de las Abuelas de Plaza de Mayo, es una buena forma de ir conociendo que sucedió, y como sigue afectando la vida de tanta gente.
Reunirse con amigos, la familia, hablar de la experiencia de cada uno, trasladar a los más jóvenes, a aquellos que creen que nacieron con "la democracia bajo el brazo", que fueron tiempos de horror absoluto, que aunque muchos creyeran que estaban escapando, por el sólo hecho de no haber desaparecido, o haber sido torturados o asesinados, pues que no era cierto, todos, o casi todos, fuimos víctimas de esa atrocidad.
Poner en perspectiva la actuación del poder militar, y policial, como organismos represivos, junto a los poderes económicos y empresarios, verdaderos "operadores" del golpe de Estado.
Muy similar a lo que ocurrió con el nazismo, que oculto bajo su feroz antisemitismo no podía negar el profundo interés en el poder y el dinero, aquí en 1976 se suponía que era la lucha contra los "enemigos externos" y la "infiltración marxista - leninista", y detrás de esos lemas repugnantes, el enriquecimiento a costa de un país que iba achicando más y más sus expectativas de vida social y política.
Para terminar quiero recordar, primero a las Madres de Plaza de Mayo, dejando de lado la tonta división que ahora existe, pues para mi siempre serán una unidad, una unidad contra el terror, cuando nadie se animaba siquiera a levantar la voz dentro de su propia casa, ellas salieron a la calle por sus hijos y por todos nosotros.
En segundo lugar a Adolfo Pérez Esquivel, que en aquellos tiempos recibió el premio Nobel de la Paz (1980), por su trabajo incansable por cierto, en su organización Servicio de Paz y Justicia, tuve la suerte de encontrarlo hace algunos días esperando el tren, allí pude agradecerle en persona su esfuerzo y su lucha.
Tanto las Madres de Plaza de Mayo, como Adolfo Pérez Esquivel, representan a mucha gente, a los que agradezco su sacrificio. Gente común, de todos los días, obreros que desaparecieron de sus fábricas, mujeres que llevaron adelante sus embarazos en medio de la tortura, tanta, pero tanta gente, aquellos cuyos nombres aún hoy son silenciosamente susurrados por madres y padres, abuelas y abuelos.
Invito a todos entonces, amablemente, a una profunda reflexión, por los que nos observan desde el pasado, por los que nos esperan adelante en el camino.

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